16. Rituales de ayuda…
Todos en alguna ocasión, hemos pasado por un periodo de nuestra vida, en el que
hemos necesitado la ayuda de los demás, de las otras gentes que nos rodean, que
nos quieren y desean ayudarnos.
Existen diferentes rituales para ayudar en grupo a una persona necesitada.
Algunos de ellos son simples reuniones donde la gente recita una plegaria en voz
alta, en las que puede existir un efecto placebo, pero nada más.
En otras ocasiones, se ponen en funcionamiento una serie de energías que si
pueden ayudar a la persona que lo necesite. Hemos escogido uno de ellos,
muy famoso por cierto y que se le denomina la RUEDA DE LA AMISTAD por el
interés y humanidad que demuestran poseer las personas que participan y por los
éxitos que se obtienen a través de él.
Nosotros conocemos personalmente este ritual y podemos dar fe, que si se realiza
como aquí lo vamos a describir, se puede llegar a conseguir unos resultados muy
positivos.
SI LA RUEDA DE LA AMISTAD ES CORRECTA, SUS FRUTOS PUEDEN PROLONGARSE DURANTE
MUCHO TIEMPO PERMITIENDO ADEMÁS UN PASO ADELANTE EN SU EVOLUCIÓN PERSONAL.
DESARROLLO DE LA RUEDA DE LA AMISTAD…
Ante todo, el grupo debe estar formado por un máximo de siete personas, más la
persona a la que debamos prestar nuestra ayuda.
El lugar a poder ser y como ya hemos comentado en otra parte del libro, debe
reunir preferentemente algunas particularidades que nos demuestran que el sitio
es propicio para el ritual. Descartaremos casas abandonadas, viejas ruinas de
fortaleza, antiguos cementerios, y en cambio daremos prioridad a calveros del
bosque, extensiones planas situadas a poder ser, junto a algún antiguo megalito,
junto a arroyos y fuentes, o bien en alguna playa solitaria.
El grupo ha de estar formado como mínimo por tres personas (sin sobrepasar el
número antes mencionado).
Se puede hacer de día o de noche, y lógicamente nuestra vestimenta puede ser la
normal, sin necesidad de “disfrazarse” aunque si recomendamos que la ropa sea
ligera y que no nos apriete el cuerpo, para facilitar así mejor la respiración y
la circulación sanguínea.
Si no hace mucho frio, es conveniente descalzarse, para poder estar más en
contacto con las fuerzas telúricas (de la tierra) y poder cargarnos mejor de
energías naturales.
Cogiéndose la mano, realizaremos un círculo, intentando que sea lo más perfecto
posible. La persona que “precise ayuda” estará colocada JUSTO EN EL CENTRO DEL
CÍRCULO, de pie, con la columna vertebral muy recta, para que las sutiles
energías recorran todo su cuerpo.
Es necesario que uno de los oficiantes haga las funciones de guía (la palabra
jefe no nos gusta en estos casos) y vaya indicando a los demás, la actuación y
el tiempo que él crea oportuno.
Una vez con las manos unidas, intentaremos cada cual por su cuenta, relajarnos
lo máximo posible, hasta llegar a un estado de armonía, en el que podamos entrar
en contacto con nuestro YO más interior.
Es a partir de ese omento, cuando cada cual deseará con todas las fuerzas, que
el problema que sufre la persona a ayudar, tenga una rápida solución.
Este estado de cuasi-taumaturgia se puede conseguir si se quiere mediante la
oración interior. Cuando todos estamos en este estado superior de conciencia y
siguiendo las indicaciones del “guía” iremos imponiendo UNO POR UNO, las manos
sobre la cabeza de la persona que nos necesita, pero SIN LLEGAR A TOCARLO.
Podemos empezar por la persona más joven, y terminar por la mayor, pero siempre
conservando el círculo. Las manos se han de imponer sobre la cabeza, solo unos
pocos minutos, el tiempo que creamos que sea necesario y dándonos cuenta de que
“prana” o fuerza surge de nuestras manos.
Una vez realizado este ceremonial, podemos asegurar que habremos transmitido
PARTE DE NUESTRAS ENERGÍAS a la persona necesitada.
Todos los que realicemos esta ceremonia, podremos apreciar esta centralización
energética, pues se nota el calor que desprende.
Lógicamente aconsejamos que en este tipo de rituales, no asistan o por lo menos
no participen, niños pequeños y tampoco personas que sufran dolencias graves,
pues lo menos indicado en estos casos, es la pérdida de la propia energía.
Sabemos de conocidísimos sanadores mentalistas que utilizan este procedimiento y
en muchísimos casos con resultados muy satisfactorios.
Para las personas que no estén introducidas en la ciencia de la relajación, les
aconsejamos que simplemente deseen mentalmente y de una forma sincera, la
curación o la solución del problema de la persona que lo sufre.
Para acabar, indicarles que mientras pongamos nuestras manos sobre la cabeza de
la otra persona (a unos pocos centímetros de su cabello) le digamos y deseemos
de viva voz todo lo mejor, para así poder aportarle toda la energía a aquella
persona necesitada.
Creemos que es éste uno de los rituales más bonitos que se pueden realizar, pues
en él, se reúne la amistad, el arte de la concentración mental, y ante todo, la
función de AYUDAR AL PROJIMO, algo que desgraciadamente parece que entre todos
hayamos olvidado, y que debe ser una constante para todos aquellos que gustamos
de que nos llamen seres humanos.
LA HARINA COMO DEFENSA DEL HOGAR…
Existe un ritual antiquísimo que es muy parecido al “Salpás”, antes comentado en
otro capítulo.
Se hará una mezcla con harina de trigo, sal y agua, y cuando esté tierna, la
haremos servir para confeccionar cruces que dejaremos sobre todas las ventanas
del hogar, para que de esta manera, la sal, elemento purificador, el agua, con
el mismo poder y el trigo, alimento primordial del cuerpo humano, formen una
mezcla que defienda el hogar de todo peligro exterior, aunque lógicamente este
ritual también puede ser perjudicial si en casa tenemos energías negativas, pues
nos las permite salir.
Hace unos pocos años, en la población de Rubión, se encontró una casa donde se
pudieron hallar por el suelo casi una docena de estas cruces, que curiosamente
tenían ya bastante tiempo, y habían pertenecido a los antiguos dueños de la
vivienda, que por aquel entonces ya habían fallecido.
LAS GARBAS DE SAN FRANCISCO…
En este ritual, se emplean también la harina y la sal, y tras reunirse un grupo
de personas con el mismo objetivo (procuremos que no sea muy numeroso), se
enterrarán en el suelo las bolitas (garbas) confeccionadas con harina, sal, anís
y agua.
Siempre se enterrarán en número de pares y de forma repartida, de forma que
todos entierren el mismo número de bolitas.
Una vez todas enterradas, se dirá la siguiente oración:
“San Francisco, amigo y patrón de los animales, San Antonio, hermano de todo lo
viviente, San Jenaro, protector de los vegetales, os ofrecemos estas “garbas”
como ofrendas para que protejáis a los que en esta casa habitan, así como a sus
posesiones (aquí se puede decir, jardines, rebaños, huertos, etc.)”
Este ritual tiene su origen en los antiguos cultos pastoriles y forestales, y la
palabra garba, seguramente proviene del ritual romano que se hacía tras moler y
convertir en harina la última gavilla de la temporada, que fue siempre
considerada sagrada.
Normalmente este tipo de rituales se utiliza para proteger huertos, jardines e
incluso animales caseros, razón por la que se invoca a San Francisco de Asís y a
San Antonio, ambos patrones de los animales.
Es un ritual muy sencillo y que además puede celebrarse en familia, de manera
íntima, pudiendo asegurar que aunque cristianizado, es uno de los más antiguos
que se conocen en el occidente europeo, y que
estudiosos como Amades y otros, recogen en sus estudios diferentes modos
de realizarlo, según el lugar y la época.
No nos extenderemos más sobre estos rituales de ayuda como hemos querido
denominarlos, pero creemos que son interesantes que los practicantes de la magia
cotidiana los conozcan, tanto por su antigüedad, como por su sencillez y
poderío.
Para las personas que quieran profundizar más en este tipo de rituales, les
aconsejamos los libros de Joan Amades, Barandiarán, Monteri, etc… que pudieron
recoger de propia mano muchas de estas ceremonias, hasta hace poco conocidas por
casi todos.