APENDICE II: REGLAS PARA LA MAGIA

El Ángel Solar se recoge en sí mismo, no disipa su fuerza sino que en profunda meditación se comunica con su reflejo

Cuando la sombra ha respondido, el trabajo prosigue en profunda meditación. La luz inferior es proyectada hacia arriba, la luz superior ilumina a los tres y el trabajo de los cuatro prosigue,

La energía circula. El punto de luz, producto de la labor de los cuatro, crece y aumenta. Miríadas se reúnen en torno de su calor resplandeciente, hasta que merma la luz y su fuego disminuye. Después será emitido en segundo sonido.

El sonido, la luz, la vibración y la forma se entremezclan y fusionan, y así el trabajo es uno. Prosigue de acuerdo a la ley, y nada puede impedir que avance el trabajo. El hombre respira profundamente. Concentra sus fuerzas y arroja de sí la forma mental.

 Tres cosas preocupan al Ángel Solar antes de que la envoltura creada descienda; la condición de las aguas, la seguridad de aquel que así crea y la constante contemplación. De ese modo están aliados para el triple servicio, el corazón, la garganta y el ojo.

Cuando el ojo se abre, los debas de los cuatro inferiores sienten la fuerza, son expulsados y pierden a su amo.

Las fuerzas duales son vistas en el plano donde debe descubrirse el poder vital; los dos senderos enfrentan al Ángel Solar; Los polvos vibran. Aquel que medita dabe hacer una elección.

Los agnisurias responden al sonido. El flujo y el reflujo de las aguas. Que el mago cuide de no ahogarse en el punto donde la tierra y el agua se unen. El punto medio, que no es seco ni húmedo, debe proporcionar el lugar donde él asiente sus pies. Donde se unen el agua, la tierra y el aire, ése es el lugar en que debe hacerse el trabajo mágico.

Después sobreviene la condensación. El fuego y las aguas se encuentran; la forma dilata y crece. Que el mago ubique su forma en el sendero apropiado.

A medida que las aguas bañan la forma creada, éstas son absorbidas y utilizadas. La forma acrecienta sus fuerzas, que el mago continúe hasta que su trabajo sea suficiente. Que los constructores externos cesen su trabajo y los constructores internos inicien su ciclo.

Aquel que trabaja con la ley tiene ahora que llevar a cabo tres cosas; primero descubrir la fórmula que confine las vidas dentro de la muralla esferoidal; Luego, pronunciar las palabras que le expresan a esa vida que deben hacer y donde llevar lo que ha sido hecho; finalmente, pronunciar la frase mística que lo salvaguardará de su trabajo.

La trama palpita. Se contrae y dilata. Que el mago se apodere del mundo medio a fin de liberar a esos "prisioneros del planeta" cuya nota es correcta y está exactamente afinada con aquello que debe ser hecho.

El mago debe reconocer a los cuatro; observar en su trabajo un tono violeta que evidencia, y así construir la sombra. Cuando esto ocurre, la sombra se reviste a sí mismo y los cuatro se convierten en siete.

El sonido aumenta. Se acerca la hora del peligro para el alma valerosa. Las aguas no han dañado al creador blanco y nada puede ahogarlo ni mojarlo. Ahora amenaza el peligro del fuego y de las llamas; sin embargo, se observa tenuemente el humo que se eleva. Que él, después del ciclo de la paz, acuda nuevamente al Ángel Solar.

Los fuegos se acercan a la sombra; sin embargo, no la queman. La envoltura del fuego se ha terminado de construir. Que el mago entone las palabras que fusionan el fuego y el agua.