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LOS AROMAS EN LA HISTORIA
De la misma forma que un animal
cuando está enfermo busca instintivamente las
plantas que le pueden curar, el hombre primitivo
descubrió que las plantas que comía afectaban su
manera de sentirse.
Fue un proceso lento de
aprendizaje, basado en la observación minuciosa
de lo que la naturaleza ponía a su disposición,
desarrollando así el conocimiento de qué plantas
podían ser comestibles, cuáles tenían
propiedades medicinales, poderes mágicos y
espirituales o cualidades para realzar la
belleza.
El término perfumar procede del
latín y significa "a través del humo o que
exhalan humo". Su origen se remonta, con el
descubrimiento del fuego, a la época en que se
quemaban cortezas y hierbas aromáticas. Como
consecuencia de ello fueron detectando
diferentes reacciones ante determinados aromas:
relajación, vigor, sosiego, excitación, etc.
Debido a estos efectos, se utilizaban las
plantas aromáticas en ritos religiosos y
mágicos, así como en las artes curativas.
La utilización por parte de las
civilizaciones orientales de las técnicas de
prensado, cocción y maceración para obtener
fragancias de flores, hojas, maderas, gomas y
resinas se remontan al 4.000 a.C. Aunque los
primeros datos escritos que se tiene sobre las
propiedades curativas de los aromas de los
aceites esenciales, y las técnicas para su
extracción y uso, data de China y están fechados
entre los años 1.000 y 700 a.C.
LOS EGIPCIOS
Para ellos la aromaterapia era una forma de
vida. Existen papiros de unos 2800 a.C., en
los que se registran los usos medicinales de
las hierbas, además de recetas y remedios
para un buen número de dolencias. Utilizaban
sustancias balsámicas, aceites perfumados,
cortezas y resinas aromáticas, especias y
vinagres aromáticos, vinos y cervezas, en la
medicina, la liturgia, la astrología y el
embalsamiento.
Los sumos sacerdotes, en los
templos, construían sus laboratorios en dónde
elaboraban sus compuestos aromáticos, y cuyas
fórmulas guardaban en estricto secreto. La mayor
parte de los aceites esenciales utilizados en
Egipto, fueron elaborados a través de infusiones
de hierbas y gomas aromáticas en vino o en
aceite graso. Los sacerdotes también empleaban
un complejo sistema de extracción (enfleurage),
mediante el cual las semillas de sésamo
absorbían las moléculas odoríferas de los
pétalos o las hojas de las plantas. También se
cree que pudieron hacer uso de una primitiva
forma de destilación, supuestamente descubierta
por los Árabes 2.000 años más tarde.
Uno de los perfumes predilectos
era el Kyphi, una mezcla de 16 esencias
diferentes. Dioscórides, Plutarco Galeno y Loret
lo mencionan en sus escritos. Se utilizaba en
ceremonias religiosas, también se empleaba como
medicina, y,
según Plutarco, lo quemaban para
conciliar el sueño, aliviar la ansiedad e
iluminar el sueño.
Otra figura importante en el
antiguo Egipto, era el embalsamador. Éste tenía
muchísimos conocimientos sobre el poder de las
plantas. Sabía que tenían propiedades
antisépticas y antibióticas naturales que se
aprovechaban para el proceso de preservar los
cuerpos humanos de la descomposición. Cada
embalsamador elaboraba su propia fórmula.
Algunos de los ingredientes que
se usaban entonces, siguen empleándose en al
actualidad: incienso, mirra, gálbano, cedro,
sándalo, ciprés, lavanda, manzanilla, mejorana,
orégano, azafrán, tomillo, canela, coriandro,
clavo, rosa, lila, aciano, jazmín, flor de
azahar.
GRIEGOS Y ROMANOS.
Heredaron la sabiduría aromática
de los egipcios, y comercializaron una amplia
gama de perfumes, fragancias y resinas mezcladas
con aceites vegetales. Los griegos dieron
carácter divino a las plantas aromáticas y en la
mitología se atribuye a los dioses la invención
de los perfumes, conocimiento adquirido por los
mortales a través de Eone, una ninfa de Venus.
Entre griegos y romanos, como
sucedió en Egipto, el uso de aceites y perfumes
se aplicaba en ritos religiosos, cosmética y
medicina. En los templos dedicados a Afrodita,
en Grecia, existen inscripciones de perfumes
medicinales.
Maresteo, médico heleno, se dio
cuenta de que las plantas aromáticas, en
especial las flores solían tener propiedades
estimulantes o sedantes. Del mismo modo
Hipócrates, padre de la medicina, en Atenas
usaba las sustancias naturales para elaborar sus
remedios médicos. Él dijo: "En la naturaleza hay
un remedio para todas y cada una de las
enfermedades". Se trataban con fórmulas
magistrales procedentes de los recursos
naturales: epidemias, pestes y enfermedades.
Durante el Imperio Romano, se desarrolló una
industria bastante próspera basada en los
aceites, ungüentos y pomadas perfumadas. La rosa
era muy cotizada y se empleaba muchísimo en
perfumería, medicina e incluso en las comidas.
Después de la caída del Imperio Romano el uso de
perfumes y sustancias aromáticas declinó.
OTRAS CIVILIZACIONES.
Otras grandes civilizaciones se
dejaron seducir por la magia de los aromas,
esencias y perfumes. De China proceden los
primeros documentos escritos sobre las
propiedades curativas de los aromas de aceites
vegetales y las técnicas utilizadas. En la India
se tienen referencia del uso de los aromas más o
menos fechados en la época egipcia tardía. Gran
número de preparados contienen sustancias
aromáticas y, por ejemplo, la madera de sándalo,
fue empleado por los hindúes, tanto en inciensos
como en preparados cosméticos.
También los pueblos africanos
han hecho uso de los aceites esenciales desde
épocas remotas y actualmente continúan untando
sus cuerpos con aceites perfumados para evitar
la excesiva deshidratación producida por el sol.
DE LA EDAD MEDIA HASTA LA
ACTUALIDAD
Es a partir del siglo X, con el
descubrimiento o redescubrimiento de la
destilación, base de la alquimia, por el
médico y filósofo árabe Abu Ali lbn Sina,
más conocido como Avicena, cuando se produce
el resurgimiento del uso de los aromas.
El primer aceite esencial que
Avicena destiló fue el de la rosa, Y el agua de
rosas no tardó en hacerse famosa. A través de la
destilación de vapores se consiguen extraer los
aceites esenciales de las distintas plantas
aromáticas. Los cruzados llevaron sustancias
aromáticas desde Oriente a Europa, donde pronto
se desarrolló una industria del perfume.
En este periodo la medicina
herbal adquirió una gran importancia. La
humanidad no disponía de otra arma defensiva
contra las infecciones que las plantas
aromáticas y sus extractos. La peste arrasó toda
Europa mermando considerablemente la población,
y los perfumistas consiguieron beneficiarse de
una protección contra la peste debido al uso y
conocimiento de los extractos naturales.
En el año 1370, en Hungría se
elaboró el primer perfume con alcohol, base que
consiguió absorber y fijar con más intensidad
los aceites esenciales. Esta técnica
revolucionaria dejó la margen la elaboración
tradicional de los perfumes cuyas bases estaban
compuestas por diferentes aceites y grasas.
El siglo XVII fue el periodo de
máximo esplendor de los herbolarios ingleses.
Personajes como Culpeper, Parkinson y Guerarde
alcanzaron gran prestigio y sus estudios sobre
las propiedades de los aceites esenciales, y la
medicina herbal, son reconocidos aún en nuestros
días. La herboristería adquirió gran
popularidad, pero al mismo tiempo quedó empañada
por los primeros estudios de química.
Hasta el siglo XIX, la humanidad
había dependido de las plantas para la
elaboración de las medicinas; pero en este siglo
se produjo el florecimiento de la química como
disciplina, lo que permitió sintetizar los
remedios vegetales en el laboratorio. Los
productos químicos resultaban más baratos y de
fácil elaboración. A pesar de ello las
investigaciones sobre los aceites esenciales y
sus propiedades continuaron, En 1887 el profesor
francés Chamberland efectuó la primera
experimentación científica demostrando el poder
antiséptico de los aceites esenciales. Y en 1910
el inglés Martindale cuantificó el poder
antiinfeccioso de los aceites esenciales y
procedió a su clasificación.
En el siglo XX, el interés por
los tratamientos naturales adquirió renovada
importancia. Fue acuñado el término
"aromaterapia" por el químico francés René
Gattefossé. Él había descubierto de forma
accidental la eficacia del aceite de lavanda
sobre las quemaduras mientras se hallaba
trabajando en su laboratorio de perfumería. Al
descubrir las propiedades curativas del aceite
de lavanda, decidió seguir investigando sobre
los aceites esenciales y sus propiedades. En
1928 publicó su primer libro, "Aromathérapie",
al que siguieron numerosos artículos y textos
relacionados con la terapia y los aceites
esenciales.
Jean Valnet, seguidor de los
estudios realizados por Gattefossé, empleó
durante la segunda guerra mundial aceites
esenciales de clavo, limón y manzanilla como
desinfectantes y antisépticos naturales para
fumigar las salas de hospitales y esterilizar el
instrumental quirúrgico. Así mismo, utilizó los
aceites esenciales en el tratamiento de las
heridas de guerra y, posteriormente, en
tratamientos de tuberculosis, diabetes y otras
enfermedades, alcanzando grandes éxitos. Valnet
publicó numerosos artículos sobre las
propiedades curativas de la aromaterapia y en
1964 publicó una importante monografía
"Aromathérapie", considerada como una obra
cumbre con la que la aromaterapia alcanzó el
reconocimiento como disciplina a tener en
cuenta.
La aromaterapia fue fomentada
con entusiasmo por Marguerite Maury, bioquímica
y esteticista austríaca. Desde 1940 hasta 1968
(año en que murió), publicó dos libros, dio
conferencias, abrió centros de aromaterapia en
París, Suiza e Inglaterra. Impartió cursos en
los que daba información sobre el uso de aceites
esenciales en sus efectos rejuvenecedores y
cosméticos. Ella comprendió la importancia de
prescribir para un individuo una mezcla de
aceites que le devolviesen el equilibrio, y no
sólo en el aspecto físico, sino también en los
niveles mental y emocional. También fue la
primera persona que estableció la técnica de
aplicar aceites esenciales, diluidos en aceite
vegetal, para el masaje.
En Francia existen más de 1500
médicos que se han formado en el tema, y
prescriben los AE tanto para uso interno como
externo. En Gran Bretaña su expansión a sido
gracias a Robert Tisserand que en la actualidad
es una de las personalidades destacadas en la
investigación y el reconocimiento de los efectos
terapéuticos de la aromaterapia. Es el fundador
de la organización más importante dedicada a la
investigación y educación sobre la práctica de
la aromaterapia, el Tisserand Instituto.
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