2. Las novenas
Mística y Misterio
Muy pocas son las personas jóvenes que actualmente confeccionan o efectúan
novenas. Todos podemos recordar que nuestras abuelas, ante una situación límite,
intentaban solucionar el problema con una novena.
La novena en si, consiste en un ejercicio devoto que se practica durante nueve
días, (de aquí su nombre) y que por lo común va seguida de oraciones, plegarias,
letanías y otros actos piadosos dirigidos a Dios, Jesucristo o cualquiera de los
cientos de santos que forman en Santoral católico. No debemos de confundir estas
novenas, con las que se realizaban antiguamente en honor de los difuntos, y que
consistía en hacer una celebración religiosa todos los días nueve de cada mes,
al igual como los dedicados al Sagrado Corazón de Jesús.
Existen podríamos asegurar, casi tantas novenas como personas mayores hay en el
hogar, pues todos recordamos que algunas de nuestras abuelas nos contó una
manera diferente de hacer este ritual que no deja de ser MAGIA POPULAR.
Escribir un libro sobre novenas, sería ahondar en la mentalidad ancestral de las
culturas latinas, pues tanto los españoles, como los franceses, italianos y
portugueses entre otros, las celebran, por lo que no dudamos en asegurar que se
podría formar con ellas una verdadera enciclopedia.
Hemos recogido estos ejemplos, de los conocimientos de alguna anciana y
recurriendo a antiguos “costumarios” sobre las “supersticiones” de nuestro
pañis, y de los países vecinos.
NOVENA DE LA SAL (Protección)
Es quizás la más conocida de todas, y sirve para protegerse del “mal” que
nuestros posibles enemigos nos desean.
Sabemos que este tipo de novena era muy popular en la Edad Media en casi toda
Europa, y que se utilizó incluso en ámbitos eclesiásticos.
El ritual consiste en tirar un puñado de sal en un lavabo, pozo, río o lugar
lleno de agua que pueda hacer desaparecer este esotérico producto.
La novena se empezará SEMPRE EN VIERNES, terminándola en sábado, sin poder ser
interrumpida ni un solo día. En ella pueden participar entre una y cuatro
personas, y la que hace las veces de oficiante, es la que tiene que echar con la
mano IZQUIERDA si es soltera o viuda, y la mano derecha si es casada, la sal
sobre el agua, a la vez que recitan todos a la vez esta oración:
“En nombre del padre celestial, y las tres personas de la Santa Trinidad, que
así como se hunde esta sal seamos protegidos de las personas que nos quieran
mal.”
Una vez finalizada esta oración, todos los asistentes dirán amen y el oficiante
que encabeza el ritual volverá a tirar sal en el agua, recitando la misma
oración. Así hasta tres veces.
Se supone que estas pequeñas oraciones repetidas tres veces diarias durante
nueve días, y con la fe que puedan aportar los asistentes, conseguirán que
nuestros enemigos queden vencidos y todo el mal que nos quieran desear, VUELVA
TRES VECES HACIA ELLOS.
NOVENA DE SALPÁS (Protección)
Esta novena, peses a ser muy parecida fonéticamente al ritual de Salpás, no
tiene nada en común, aunque algunas personas del mundo esotérico quieran
relacionarlas.
Como en otras novenas, está se comenzará el viernes, pero no se utilizará en
absoluto la sal, sino la flor que produce la “Daucus Carota” o zanahoria
campestre, ya utilizada por los antiguos celtas que la llamaban “kar” o sea
roja.
Cuando esta planta se seca, principalmente en septiembre, se recoge recortando
solamente la flor, que por cierto recuerda extraordinariamente a la célebre Rosa
de Jericó.
Entonces en un plato de barro se queman durante nueve días “Daucus” haciendo una
invocación mental a San Miguel, deseando que todo aquel que nos quiera bien, se
le ofrezca la fortuna tres veces seguida, de la misma manera que aquel que nos
quiera mal, reciba tres veces el mal deseado.
Las cenizas que producen estos vegetales al ser quemados, se lanzará al mar, al
río o al lavabo, para que se pierda entre las aguas purificadas y acabe con todo
el mal que pueda entrañar.
Recordamos que deben ser quemadas durante NUEVE DÍAS SEGUIDOS, y que en caso de
ser interrumpida la novena por cualquier razón, debemos empezar otra vez y
siempre en viernes.
NOVENA DEL LIMON (Protección)
Desde hace milenios, en Europa se creía que cuando las plantas, hortalizas y
frutas se secaban, eran presagio de mala fortuna, todas excepto el limón, que
era tenido como árbol (el limonero) y planta y fruto (el limón).
En España e Italia se han venido realizando unas novenas que están relacionadas
con este jugoso fruto.
SIEMPRE EN VIERNES, quemaremos sobre un brasero u hornillo donde se habrá puesto
un poco de azúcar, un limón, exactamente durante nueve días, y si somos
sensitivos, podremos observar que día tras días el limón que va quemándose, va
dejando una cierta impresión en los asistentes a las novenas, que en este caso
puede ser una sola persona.
Esta impresión acabará por darnos los rasgos de la persona que supuestamente nos
quiere dañar.
Tengo que decir que personalmente ha asistido a una de estas novenas y quizás
por casualidad, quedó en la superficie del limón quemado, la cara “exacta” de un
conocido enemigo mío.
Mientras se celebra la novena del limón, se debe recitar en voz baja las
oraciones que queramos, pero siempre en número tres.
NOVENA DE LA CEBOLLA (Protección)
Es esta una extraña novena pero muy utilizada durante siglos en la antigüedad
por todo el mundo.
Se coge una gran cebolla, se le corta el rabo y se la saca a la intemperie
durante nueve días y nueve noches, procurando que no se moje, sea por lluvia o
por la humedad, por lo que se recomienda que sea guardada bajo una pequeña caja
o techo.
El noveno día se rezará una oración dedicada a Santiago (San Jaime) y se pedirá
que aparezca ante los asistentes la cara de la persona que les está deseando el
mal.
Hecho esto, se podrá la cebolla sobre una hoguera o fuego para que a fuego lento
se vaya quemando. Supuestamente, en un momento dado veremos aparecer la cara de
la persona que nos está haciendo un “trabajo” o que nos desea mal. Seguidamente,
y antes de que la cebolla se queme del todo, apagaremos el fuego y clavaremos
nueve agujas en dicho bulbo, para devolver
todo el mal que nuestro enemigo nos haya querido, repitiendo tres veces
la siguiente oración:
“Por San Abdón, y San Ramón, que todo el mal que tú me quieras, vuelva a ti, sin
compasión”
Seguidamente enterraremos los restos de la cebolla en el suelo, con el
convencimiento de que nuestro enemigo está completamente imposibilitado de
hacernos ningún daño.