INTRODUCCIÓN

Antes de iniciar cualquiera de los ritos contenidos en esta sección, se recomienda la lectura detenida de este capítulo a fin de conocer los pasos previos e imprescindibles, comunes a todos ellos. Estas operaciones, al parecer sencillas, tienen como objetivo preparar el cuerpo y la mente para que actúen con el máximo rendimiento durante la ejecución de la ceremonia.

Los rituales mágicos bajo ningún concepto deben ser llevados a cabo cuando se pretende perjudicar a alguien, el oficiante siempre debe actuar con buena fe. El objetivo concreto de los rituales es materializar el deseo y la voluntad de quien los hace, pero no es este el único beneficio que procuran; mediante su realización, se producen cambios importantes en el interior del oficiante que, gracias a ellos, adquiere mayor espiritualidad y mejor conocimiento sobre sí mismo.

El ingrediente básico de cada ritual es la fe; sin ella, es imposible realizar acto mágico alguno ya que es el elemento que proporciona las energías mentales y espirituales necesarias. Y aunque muchos oficiantes se digan a sí mismos "sé que hará el resultado que busco" esta expresión surge más del deseo de que así sea que de la convicción de que el ritual resulte efectivo. En el fondo, todo principiante que aún no haya comprobado el poder de la magia tiene lógicas dudas acerca de los resultados que pueda obtener mediante un ritual y esta falta de fe, obra negativamente en el proceso. Por esta razón, es recomendable empezar por aquellos rituales destinados a conseguir cosas muy probables en lugar de hacerlo por los que apunten objetivos más difíciles. De este modo la fe se verá reforzada y, con ella, el poder mental y la actitud adecuada para encarar metas mas altas.

Todo ritual, independientemente de que sea magia blanca o negra, es generalmente de índole religiosa ya que, intervienen en él fuerzas y poderes superiores que acuden a prestar auxilio siempre que se les invoca correctamente. Pero hacer todos los pasos de un ritual o repetir sin errores las invocaciones que se prescriban, no son suficientes para lograr el efecto deseado; también se requieren ciertas condiciones corporales gracias a las cuales se podrán activar otras, las mentales, que son las verdaderamente importantes para realizar la magia. Si el cuerpo de oficiante no reúne los requisitos necesarios, no logrará el estado mental imprescindible; si el ambiente en el que se efectúe el rito no es el adecuado, será imposible alcanzar el grado de concentración que todo acto mágico exige.

 

Preparación Física:

La actitud anímica necesaria para efectuar cualquier acto de magia se consigue con la práctica. En los comienzos, reunir la suficiente energía resultará muy difícil; por ello, conviene tener en cuenta algunos detalles, si bien no son absolutamente imprescindibles, si resultan esenciales para quien se está iniciando.

Salvo casos especialmente indicados, generalmente destinados a proteger o incrementar la salud, es desaconsejable que las personas que padezcan enfermedades agudas realicen rituales de magia. Los enfermos crónicos (por ejemplo quienes padecen algún tipo de reuma, los asmáticos, diabéticos...) si pueden hacerlo, ya que su cuerpo se ha estabilizado respecto a su dolencia. Pero si se padece un repentino acceso febril o cualquier tipo de infección, el organismo estará en estado de alerta respecto al cambio súbito que se ha producido y no contará con la armonía necesaria para organizar su energía. Es más importante dejar que la fuerza interior se destine a combatir la enfermedad que a conseguir un puesto de trabajo, el retorno de la persona amada o cualquier otro deseo que pueda esperar.

Hay tres zonas del cuerpo que actúan como pararrayos energético: los cabellos, las manos y los pies. A través de ellos se recoge la energía circundante, por ello, es conveniente que el operador esté descalzo y que tenga la cabeza descubierta.

Como las impurezas actúan negativamente, es aconsejable que antes de iniciar el ritual se lave las manos y los pies. También se recomienda, por las mismas razones, llevar el pelo suelto, sin cintas ni gomas que lo sujeten.

Tanto en pinturas, libros y películas, se ha representado a los magos vestidos con túnica. esto no es un capricho; el tipo de vestimenta holgada, suelta, que no presione el cuerpo en ningún punto, favorece el flujo de la sangre y la energía, por eso es lo más recomendable. El oficiante deberá vestir prendas sueltas, y a ser posible, de color blanco, símbolo de pureza.

Como preparación previa del ritual, conviene lavar el cuerpo entero, a ser posible con un baño purificador. Para ello, deberá ponerse agua en la bañera (o en un recipiente grande), sumergir  en su interior cuatro o cinco flores y un puñado de sal. A su lado, antes de entrar en él, se encenderá una vela blanca, de este modo, estarán presentes tres de los cuatro elementos; el agua, el fuego, representado por la vela; y la tierra, representada por la sal. Se deberá permanecer en él por espacio de 15 minutos y luego, al salir, deberá dejarse secar el cuerpo si el uso de toalla alguna. De este modo, hará presencia el cuarto elemento, el aire.

Cuando el cuerpo esté seco, se cubrirá con ropas limpias y, como se ha dicho, a ser posible, blancas. No es recomendable usar ningún tipo de perfumes, a menos que sepa con precisión cuál es el efecto de su aroma. En algunos ritos se emplean diferentes esencias para incrementar un tipo de energía en particular.

 

Preparación mental:

Durante la ejecución de todo ritual de magia, y aunque el oficiante no se dé cuenta de ello, se ponen en juego muchas energías, tanto físicas como mentales y espirituales. Si están armonizadas y actúan al unísono, los resultados serán óptimos; por el contrario, si actúan de manera desordenada, serán imprevisibles o, más comúnmente, nulos.

No todo ambiente o lugar es el apropiado para ciertas tareas que exigen concentración; uno no puede estudiar bien en medio de una fiesta o de una alegre reunión familiar, ya que su mente es asaltada constantemente por múltiples estímulos que la alejan del objeto sobre el que debe concentrarse. Los rituales mágicos exigen una concentración aun mayor que la necesaria para cualquier estudio por ello, es necesario que se realicen en un entorno donde reine el mayor silencio posible. La mera presencia de otra persona, el sonido del teléfono o una llamada a la puerta puede influir negativamente en los resultados; para evitar estos inconvenientes, los rituales se deberán llevar a cabo por la noche o en algún momento próximo al alba.

Una de las permisas importantes, aunque poco recomendables, es la de no hacer ningún ritual hasta, al menos, dos horas después de la última comida importante. La razón es que, durante la digestión, el cerebro recibe una cantidad menor de oxígeno, que merma las capacidades mentales. Esto puede observarse claramente en la somnolencia que se experimenta después de comer.

Tampoco deberá hacerse ningún ritual tras una disputa o bajo un estado emocional intenso. La ira, al igual que el resto de las emociones, eleva el nivel de ciertas hormonas y neurotransmisores en el torrente sanguíneo que nos predisponen a la agresión, al ataque. Por ello, conviene esperar a que esto alcancen sus niveles normales y la mente se encuentren serena y lúcida.

Una vez comenzado el ritual deberá ser realizado hasta el final; por ello, no es tampoco recomendable iniciarlo cuando se sienta cansancio o sueño, ni en caso de no disponer del suficiente tiempo para realizarlo con la tranquilidad que requiera.