Cuando se trate de peticiones o de trabajos
diferentes, es aconsejable utilizar en cada ocasión una vela distinta. Dicho
de otro modo, no es lícito emplear la misma vela para obtener diferentes
gracias o auxilios. Cada ceremonia requiere una vela propia, aunque
casualmente los colores indicados sean los mismos.
La forma de la vela no es relevante. SU
apariencia externa no es determinante por lo que al éxito de la ceremonia se
refiere, ya que este dependerá mas concretamente de tu entrega, recogimiento
y concentración.
Se aconseja prender la vela con una cerilla
de madera y apagarla ahogando la llama en el interior de un vaso o con un
dispositivo existente a este efecto. No es bueno apagarla con los dedos, y
mucho menos soplando.
De la misma forma que para nuestras
actividades profanas -lectura, televisión, trabajo- solemos disponer de una
estancia adecuada para tales menesteres, es conveniente realizar el trabajo
con las velas en un lugar propicio, lo mas alejad del ruido y que se
estimule el recogimiento. Se puede practicar el ritual en un altar más o
menos improvisado, que puede ser cualquier mesa o superficie plana sobre la
que se depositarán los elementos físicos que se van a usar. En caso de que
dicha mesa o superficie tenga normalmente otros usos, deberá cubrirse con un
paño o tela, a fin de proteger el magnetismo al que posteriormente será
expuesta. Seria recomendable una tela de algodón u otra fibra natural, que
se utilizará solo para estos menesteres. Si en el momento de iniciar la
ceremonia echamos en falta una vela de un color determinado, siempre podemos
recurrir a una blanca. Sin embargo, una vela blanca nunca se podrá sustituir
por una de color.
Una vez hayas terminado, recoge los
utensilios. Si estas utilizando un altar temporal, deberás guardar todo lo
que hayas usado. Los motivos para ellos son dos. Por un lado, nunca es bueno
dejar cosas a la vista de otras personas y por otro, el hecho de recoger los
implementos y guárdalos actúa como un cierre, es un "volver a la realidad"