Conjuro alejador de efluvios negativos…

Lamentablemente muchas veces los efluvios negativos están a la orden del día. Este conjuro nos servirá para alejar de nosotros aquello que pueda afectarnos a nivel energético, bien sea provocado por la ira o el rencor de los demás hacia nuestra persona, o porque hemos estado en un lugar perturbado mágica y espiritualmente.

Este conjuro es además un gran revitalizador, tanto físico como psíquico, y da muy buenos resultados.

Requisitos…

-   Debemos efectuar este conjuro al menor síntoma de perturbación extraña, tal como dolor de cabeza injustificado, malestar general sin posible explicación de su origen, estados de apatía muy pronunciados, etc… y por supuesto, siempre que sepamos que alguien está en contra de nosotros o nos quiera mal.

-   Procuraremos  realizar el conjuro a partir de las siete de la tarde hora solar.

-   Necesitaremos un puñado de sal marina, lo más gruesa posible que será la encargada de condensar el mal que llevemos encima.

-   Si lo deseamos, como complemento (aunque no es estrictamente necesario), podemos emplear una vela de color blanca para que nos dé luz y armonía mientras realizamos la práctica. Vela que siempre prenderemos con cerillas de madera.

Procedimiento:

1.   Buscaremos la estancia de la casa en la que tengamos mayor intimidad. Nos sentaremos lo más cómodamente posible con los brazos cruzados a la altura del pecho, cerrando las manos de forma que el pulgar quede dentro del puño. Frente a nosotros un plato con la sal marina.

2.   Al tiempo que respiramos notaremos que una energía imaginaria crece en el interior de nuestro plexo solar.

3.   Mientras percibimos que la energía crece, llevaremos a la mente la imagen de quien nos quiera hacer daño. Si no reconocemos a la persona, simplemente pensaremos  en el malestar que hemos vivido.

4.   Descruzaremos los brazos y procederemos a tomar un puñado de sal con cada mano. Dejaremos las palmas abiertas y diremos en voz alta: “Esta es la sal que me protege. Esta es la sal que me ayuda”

5.   Cerraremos el puño reteniendo la sal en el interior y diremos en voz alta: “Yo… (nombre) aquí y ahora, reniego del mal, de lo  negativo y lo alejo de mí, así!” justo cuando pronunciemos las palabras así, tiraremos la sal al suelo, lejos de nosotros.