LECCION 5. LA MESA DE LAS BRUJAS
SELECCIONAR LO BIOLÓGICO…
Ya hemos
señalado antes que la brujería es una elección de vida orientada al respeto a la
naturaleza, una cuestión que se refleja también y sobre todo en la alimentación.
La
elección más lógica para quienes deciden vivir del modo más natural posible es,
sin duda, la alimentación biológica.
Por
definición, los alimentos biológicos proceden de la agricultura biológica, es
decir, de una concepción del trabajo de la tierra que no contempla la
utilización de productos químicos en las diferentes fases del cultivo ni en la
transformación y almacenamiento. En
la producción procedente de la agricultura biológica no se contempla el uso de
herbicidas, insecticidas, fungicidas, fertilizantes, colorantes y conservantes
no naturales, es decir, productos de laboratorio.
Sin
duda, la alimentación basada en ese criterio contribuye a conservar la salud: el
beneficio que se obtiene no se basa en que los productos no aporten mayora
calidad nutricional, sino en que no contienen sustancias nocivas.
Los
productos biológicos suelen ser más caros que los convencionales y esto va en
detrimento de su difusión; sin embargo, los consumidores están aprendiendo a
adquirirlo por otras razones, en primer lugar porque son de una calidad
excelente, y la calidad siempre se paga. Pero, además, ese precio más elevado
también se debe a otros factores: cultivar biológicamente requiere mas mano de
obra y una gestión mas esmerada; la mayor parte de estos productos proceden de
empresas pequeñas que no disfrutan de las facilidades económicas que tienen los
grandes productores e la industria alimentaria; los alimentos biológicos carecen
del gancho que supone la publicidad; en efecto, son todavía poco conocidos y,
por consiguiente, se producen en cantidades más reducidas para evitar
excedentes. Digamos, no obstante, que comer bien no significa que se deban
comprar solo productos “bio”. Como en todos los campos de la vida, también en
esta cuestión debe hacerse uso del sentido común. De entrada hay que buscar un
equilibrio entre nuestra crónica falta de tiempo y nuestra economía. Es lógico
que una persona que trabaja todo el día no tenga ganas de meterse en la cocina,
amasar o cocinar platos complicados. Pero entre esa realidad y el consumo diario
de platos preparados descongelados en el microondas hay un término medio. Sin
duda, quien disfruta comiendo sano encuentra tiempo para invertir en su propio
bienestar, recorrer los mercados o los grandes centros comerciales y escoger
verduras, frutas y pescados que
luego preparara con esmero. Cuando yo vivía en la ciudad llegaba a comprar hasta
veinte o veinticinco piezas de verdura variada (en los mercados es posible
adquirir una sola zanahoria, un puñado de espinacas o dos cebollas, y no hacer
necesariamente reservas exageradas) y una vez en casa preparaba unas sopas
estupendas que repartía en recipientes individuales y guardaba en el congelador.
Luego, me bastaba sacar las raciones necesarias cada mañana antes de ir a
trabajar, y por la noche la sopa estaba descongelada y lista para calentar.
Utilizaba el mismo sistema para los estofados, los asados…
Algunos
consejos útiles…
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Mejor poco pero bueno. Gaste
un poco más, pero compre aceite de oliva virgen extra obtenido del prensado en
frio, y utilice la mitad de lo normal. Su presupuesto no se vera afectado.
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Evite comprar mas de lo que
necesita para comer, así no tendrá que tirar comida.
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Cocine solo raciones exactas:
los restos no gustan a nadie.
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No demonice los alimentos
pesados y los fritos, sea indulgente consigo misma. Si le apetece una bolsa de
patatas fritas, desfrútelas porque la comida no debe ser un castigo, sino una
satisfacción.
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Si puede, seleccione los
productos procedentes del comercio justo, así, además de optar por productos de
calidad, llevara también a cabo una acción solidaria.
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A ser posible, compre a menudo, así
evitará acumular ingredientes provisiones de productos que luego caducan o
acaban en la basura.
LA COCINA DE LAS FIESTAS
Una de
las cosas más agradables que uno puede hacer el compartir la comida con las
personas queridas.
Las
brujas son por naturales, personas alegres que aprecian la buena mesa. Aunque
sea usted una naturista empedernida, olvídese de organizar una fiesta brujesca a
base de ensaladas y quesos, si no quiere correr el riesgo de perder a sus
amigos… Ciertamente no se trata de organizar una comida pantagruélica (en
realidad, la finalidad de estas suntuosas cenas es precisamente
alegrar el corazón y no solamente el paladar), pero por lo menos intente
realizar platos divertidos. No es necesario tampoco que se vaya
al otro extremo: codornices a los pétalos de rosa, foie gras de oca o
jamón curado en costras, pues, por muy buenos que sean estos platos, no sólo la
arruinarán, sino que además le harían estar horas y horas en la cocina, un
tiempo que, sin duda, podría emplear de un modo mas divertido y provechoso. Así
pues, no exagere, ni en un sentido ni en otro.
Es
preferible, en general, ofrecer tostadas con cremas a base de quesos magros con
aceitunas, cebolletas, anchoas, pimientos, etc. que entristecer a los invitados
con germen se soja y zanahorias hervidas. Recuerdo una fiesta brujesca que
organicé hace unos años. Acababa de quedarme sin trabajo y no podía permitirme
el lujo de gastar cifras exorbitantes, por lo que organicé una que ha quedado en
la historia como el “sabba de los espaguetis”. Ofrecía a mis compañeros una
selección de cinco tipos de espaguetis con cinco salsas distintas a cuál más
apetitosa: amatriciana (una salsa propia de Amatrice) carbonara, picante, de
aceitunas y tomates secos y de tomate con atún. Había gastado una cantidad
modesta y había ofrecido unos platos apetitosos. Todavía hoy, mis amigas
recuerdan aquella velada como una de las más originales.
Algunos
consejos útiles:
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Que los platos que prepare
sean refinados carece de importancia, lo mejor es que sean sabrosos y sanos.
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Nos reunimos para estar en
compañía y no para demostrar nuestras habilidades culinarias o atiborrarnos de
comida.
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Preste también atención al
aspecto de los platos que presenta, unas lonchas de queso
cortadas en forma de estrella con molde son sin duda más apetitosas que
unas lonchas servidas tal cual.
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Pruebe a realizar mezclas
poco habituales, pero no obligue a sus amigos a disfrutar de platos
excesivamente rebuscados y extraños.
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Intente recuperar antiguas
recetas campesinas y sabores olvidados.
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Póngase a prueba: haga pan,
galletas o un pastel y evite las tartas “de plástico” o los dulces recubiertos
de crema de colores imposibles.